Al alba puse en pie a la tripulación. Fue difícil. La única que estaba levantada era nuestra intrépida secretaria MariLoli, siempre dispuesta. El grumete Sebastián dormía en su sofá orejero con hilillos de saliva en su boca, palomitas adornando su fiel barriga y el vídeo encendido con una imagen fija que evito describirles por lo temprano de la hora. El señor Ubé roncaba (aunque él lo niega) en su camarote, con su camastro lleno de mantas, bolsas de agua caliente, y sus célebres calzoncillos marianos de pierna larga. Está obsesionado con el calor, pobrecito. Del señor botijo tengo que decir que permanecía en cubierta, pero tieso como un porrón, mal que le pese. Y el profesor Galimatías Prats se encuentra dando unas conferencias en Río. Dentro de unos días le recogeremos. A él o a lo que quede de él.
Soltamos amarras como quien se decide por fin a hacer lo que quiere en la vida. Partimos, abrazados todos (a MariLoli), amurado el Leuret a babor y brindando con cava hasta acabarlo. Tenemos otras bebidas espiritosas en el velero, así que no nos preocupa demasiado. Esperamos llegar a Sáo Paulo mañana, tomar allí las uvas y despedir el año, y seguir siempre rumbo sur, rumbo sur, rumbo sur...
Soltamos amarras como quien se decide por fin a hacer lo que quiere en la vida. Partimos, abrazados todos (a MariLoli), amurado el Leuret a babor y brindando con cava hasta acabarlo. Tenemos otras bebidas espiritosas en el velero, así que no nos preocupa demasiado. Esperamos llegar a Sáo Paulo mañana, tomar allí las uvas y despedir el año, y seguir siempre rumbo sur, rumbo sur, rumbo sur...
Debería regalarnos más a menudo historias de este más que apetecible velero.
ResponderEliminarFeliz singladura.