sábado, 16 de junio de 2007

Llega la lagarta a Teruel... = Lacertino alvenas al Teruel...


Angélica Morales desde el balcón de su casa en Huesca.
Al fondo, San Lorenzo. Foto: Ubé

Ayer se presentaron en Teruel los libros de dos autores turolenses: Antonio Castellote ("Fabricación británica. Folletín romántico del Maestrazgo") y ("Piel de lagarta"). Angélica Morales. José Luis Velázquez, periodista y gran amigo de Angélica y de este ser invisible que les escribe, fue el introductor a la obra de Angélica con unas maravillosas palabras que transcribo a continuación:

"Deben entender, ante todo, que mi profesión es un hándicap para leer a Angélica. Mi mundo diario se mueve entre frases concisas, pegadas a la realidad de manera obsesiva, sin concesiones al estilo, salvo el mandato que los medios de comunicación tienen de informar, entretener... pero también formar.
Por eso agradezco como lluvia de abril cada vez que Angélica aparece por casa, siempre como un huracán, y después de besar, beber, recordar y -sólo un poquito- criticar, va y me deja un escrito sobre la mesa diciendo, entre caidas de ojos, "Léelo, a ver qué te parece".
Así pude empaparme de erotismo con la primera novela que escribió, "Alrededor de la carne", que me acaba de decir que está revisando para intentar publicarla. Tiempo después, sobre mi mesa y tras la resaca, apareció una obra de teatro, "Sueños al vapor", que me costó una noche de insomnio hasta poder acabarla. Meses después, y ya con el hígado casi roto, me perdí por Peñíscola y por la Historia, tomando cañas con Angélica y con "Benedicto XIII, el hombre que fue piedra"; y ahora, hace unas semanas, firmamos el contrato con la cirrosis y llevo días perdido en un universo de zapatos.
Pues bien, siempre tras cada lectura, hay dos pensamientos en mi cabeza. El primero de agradecimiento, porque esta mujer consigue -cada vez- que me olvide de las letras informativas y me deje llevar por sueños surrealistas, humor descarnado, cinismo por kilos e ironía en comprimidos.
El segundo es, siempre, el de una profunda sorpresa, la sensación de haber leído algo singular y una idea que, fruto de la confianza, siempre termina pronunciándose: "Pero... ¡qué fumará esta mujer!"
Y es que Angélica es profundamente erótica cuando toca, profundamente teatral cuando se tercia, profundamente histórica cuando es necesario y profundamente cuentista, cuando está en ello.
Pero vamos con el libro: "Piel de lagarta"
Es lo más burbujeante, ameno, alegre, triste, crítico y surrealista que he leído nunca... o casi nunca (recuerden que ya he leído otros tres libros de Angélica). Dieciseis relatos de diferente duración, alguno de una sola página, en los que Angélica te habla -con los zapatos como hilo conductor- de cuestiones como el fin del mundo, la lucha de clases, el orgullo de ser mujer, del erotismo en semana santa (con una perspectiva inimaginada), de qué zapatos lleva la muerte o de cómo morirse de risa soñando en un desierto.
Todo administrando, de forma maestra, mundos imaginarios que pueden parecer "Alicia en el país de las maravillas", los relojes de Dalí, las ocurrencias de Jardiel Poncela o Mihura y el humor de Tip y Coll o Faemino y Cansado. A mí, lo prometo, muchos pasajes me han recordado imágenes de la película de José Luis Cuerda "Amanece que no es poco".
Pero estas referencias son sólo eso: referencias. Angélica -como una perfumista de altura- ha recogido esencias ya existentes para hacer su única y personalísima colonia, la de ella. La que huele a ella. La que sólo ella sabe escribir.
Por eso Angélica sabe soltar píldoras de filosofía en sus relatos. Por eso hay frases, siempre cortas y rotundas, que te dicen -referido a la muerte- que "el cuerpo es un baúl que va y viene" o que "el tiempo pasa en un plis plas cuando no se piensa en él", o la que a mí más me priva por original en la construcción y un mensaje que termina calando: "El estado intermedio es el mejor estado para un individuo razonablemente individual".
Tras leer "Piel de lagarta" me quedó una duda y se me despejó otra. La duda -y se lo pregunto a Angélica- es por qué entre la planta 44, la de la dejadez, y la 45, la del caos, hay una planta sin suelo que se llama "la de la duda". Lo que ya sé es... por qué huelen los pies. Se lo cuento: el protagonista de una de las historias -"Un viaje por tus zapatos"- acaba de liberar sus pies de años de esclavitud y puede hablar con ellos sobre su propia vida:
"(hablan los pies) -De eso se trata precisamente, de que adormezcas el pensamiento y te dejes guiar por tus miembros más primitivos, tantos años oprimidos, arrastrados, sin voz ni voto, tragándonos lo que no querías, ¿por qué te crees que olíamos tanto?
- Obviamente por el sudor.
- ¡Y un cuerno! El sudor es un invento para seguir relegándonos a un segundo plano; olíamos porque estábamos podridos, porque con cada paso que dabas vestido de raciocinio destruías lo que podía haber sido de verdad, que suele ser lo más fresco, lo genuino. Tus verdades las pisabas, tus deseos los chafabas. Te quedabas con los deseos de los demás y acababas olvidándote de ti. Tus anhelos están justo aquí, en las suelas..."

No sé si les he convencido para que lean "Piel de lagarta", lo que sí sé es que a mí me ha encantado leerlo.
Muchas gracias."

1 comentario:

  1. El que nos vas a convencer eres tú, querido ser invisible...
    Si lo encuentro lo compraré. Y ya le diré a ver que me parece...

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