Yo también leo, vaya que si leo.
Me ha dado una rabia rabiosísisisisima rabiosa que el tipito que transcribe mis maravillosas notas se haya atrevido a colocar a Marilyn leyendo antes que la menda, además sabiendo que yo, Paris Hilton, de los Hilton de toda la vida, soy una lectora de tomo y lomo con pimientos. ¿Qué se habrá creido el intelectualillo ese, que además no levanta dos palmos o pulgadas del suelo? Leo, claro que leo. Otra cosa es entender todo lo que la gente pone en los libros, pero leer leo. A ver si se piensan que la Monroe entendía algo del Ulises ese, que era más raro que raro, casi tanto como la labia del irlandés que conocí en los camerinos del concierto de U2 y que quiso a toda costa enseñarme a templar la gaita. ¡La gaita! Pues no quería engañarme a mí, con lo listísisisisima que soy, que sé que en Irlanda no hay gaitas, porque usan panderetas. Amos Oz-anda.
Yo estoy ahora leyendo a un chino, Sun Tzu, que vivió hace muchos años y que dio mucha guerra. Me lo ha recomendado mi escritor a sueldo, mientras me pedía que le aflojara la cadena porque se cansa al escribir mis memorias arrodillado y atado a la taza del báter. Son unos flojos estos tipos de la cultura. Lo que no sé para qué me recomienda algo así, yo que me basto y me sobro para ganar todo lo que me planteo. En fin, le haré caso y posaré con él (con el libro, claro) para la próxima sesión de fotos promocionales. Ah, llevaré ese y The Alchemist, un libro del tipo ese siempre sonriente, Cuello o Colguelo, o Coelho, que también queda muy bien con mi cutis.
Ay, qué vida tan agotadora la de una chica intelectual. Voy a visionar uno de los vídeos de la cárcel con Maripi "La tirillas" para ver si me desintoxico un poco, con nostalgia de rejas y sexo carcelario.
Bye, bye, pobretones míos. No me olviden.