Mostrando entradas con la etiqueta Pinacoteca. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pinacoteca. Mostrar todas las entradas

viernes, 25 de abril de 2008

La Virgen castigando al niño Jesús, de Max Ernst

La Virgen castigando al niño Jesús ante tres testigos,
de Max Ernst (1926)

Segundo cuadro que ingresa en la Pinacoteca invisible del Faro de Leuret. Tras el cuadro de Turner, entramos en otro siglo tempestuoso de la mano del dadaista y surrealista Ernst, Max Ernst (Brühl, 1891 - París, 1976).

Alemán nacionalizado francés, fue un experimentador infatigable (como dicta la wikipedia y a la que en esta ocasión doy la razón), no hay más que ver sus invenciones en técnicas como el "frottage" o el "grattage". Y, además, es que el cuadro de la Virgen azotando al niño siempre me ha encantado. La iconografía mariológica y cristiana recoge siempre los mismos temas, pero no puede olvidar que, como se intuye leventemente en los evangelios, Jesús fue un niño como cualquier otro y, por lo tanto... tuvo que ser educado adecuadamente y con los medios de la época. ¿Qué habría hecho Jesús para recibir este castigo ejemplar? Eso es pura ruptura, brutal reflexión sobre la temática establecida y académica. Dios azotado por una fémina, aunque sea su madre, lo cual no deja de ser un lío teológico de padre y muy señor mío. Como pequeño guiño irónico, la corona de Jesús yace en el suelo mientras la madre inicia la tunda (el divino pompis aún no está enrojecido así que no debe llevar muchos golpes el zagal)

Blasfemia, herejía, fetichismo... los prejuicios cristianos son criticados sin piedad desde dentro, con sus propias imágenes. Enlaza con el Cristo carcajeante de Buñuel, en cuya película "La Edad de Oro", el propio Ernst trabajó como actor. Los testigos del azote son, por cierto, André Breton, Paul Eluard y el mismo artista. Muy influenciados por Freud y el psicoanálisis, en los que la azotaina al niño el origen de las psicopatías; por lo tanto y para los surrealistas, el cristianismo es una psicopatía fundada por un psicópata.


La Pinacoteca Invisible, en una imagen de un día de
puertas abiertas y neveras vacías.

martes, 15 de abril de 2008

J. M. W. Turner: "El Temeraire remolcado a dique seco" (1839)

J.M.W. Turner:
"El Temeraire remolcado a dique seco"
"The Fighting Temeraire" (
1839)

Hoy inicio una nueva sección en este Diario dedicada a mis cuadros favoritos o por los que siento una especial atracción. Es un juego, ya que no podría tener los originales (ni lo deseo, esa pasión por poseerlo todo me parece demasiado humana), pero quiero destacarlos aquí, en la sala que he creado especialmente en el Faro de Leuret.

Y comienzo con un cuadro de 1839, obra de Joseph Mallord William Turner , que siempre me ha encantado por los símbolos que veo en él y por la técnica utilizada por el pintor. Actualmente se guarda en la National Gallery de Londres. Sus medidas son 90-60-90, digo, 122 x 91 cm. El propio Turner fue testigo en 1838 del momento en el que el HMS Temeraire, buque insignia de la flota inglesa desde finales del XVIII (fue uno de los más destacados en la batalla de Trafalgar) era remolcado para su destino final: el desguace.

Todo son símbolos. Lo viejo, con su peso de gloria, es desplazado sin remedio (pese a su dignidad evidente) y arrastrado a su fin por un pequeño y negro buque a vapor. Una nueva era que acaba con la anterior sin mirar atrás, confiada en sus fuerzas motoras. El velero tiene un aspecto fantasmagórico porque ya es un fantasma. Es el cambio de una época, pero también es el símbolo del paso del tiempo, de la vejez, la misma que en esos momentos sentía el depresivo autor. Turner era un maestro de la luz y lo demuestra ampliamente en este cuadro. El propio sol de poniente y la luna contribuyen a reforzar el simbolismo. Impresionistas y Abstractos han estudiado con detalle su destreza en este aspecto (como en el cuadro "Lluvia, vapor, velocidad", de 1844, otro de mis preferidos y que también pasará por esta pinacoteca invisible).


"El Temeraire remolcado a dique seco", detalle.