Haciendo amigos

El profesor Galimatías Prats me dejó en su casillero, antes de partir del Faro, un esbozo de discurso con sus deseos para el próximo año, que tituló como "2009: El año de la hipocresía. Uno más". No está terminado, al igual que todo lo que hace el profesor, porque se marchó con una reputada cocinera japonesa al concierto de Año Nuevo de Viena (lo ví en la tele , en primera fila, con el cuello destrozado por tener las flores delante. Es lo que les pasa a los primerizos en el concierto), les dejo este fragmento para su deleite o disgusto, lo dejo a su elección:

Uno piensa que es un tipo agradable (incluso al tacto), que cae bien (incluso desde un quinto piso) y es simpático pero cuando empieza a declararse y posicionarse, los amigos desaparecen como la espuma. Al final siempre quedan los verdaderos y suelen ser pocos, muy pocos. Si ahora nos olvidamos de los amigos y hablamos de "fans", pronto caeran de la lista muchos con cuyas ideas no comulgamos (aquí se nota el pasado nacionalcatólico de mi educación, uffffff). Se marcharán los fascistoides, los violentos, los necios. Huirán de mi vera los religiosos convertidores fanáticos, dios y su divina parentela, homófobos y temerosos del sexo, los que piensan que son "maduros" porque ya no sienten nada como niños. Corriendo por el valle veo a los banqueros, a los jefes de Estado, reyezuelos de zarzuela, presidentes de opereta. Hay huellas de botas militares de gordos generales, suciedad de turistas sin cultura, de gritones de fin de semana y correveidiles provincianos. Marcha a lo lejos una polvareda con la masa de ovejas humanas, más crueles que los lobos. Cuento a mi alrededor los que me quedan y ya somos muchos menos. Y es que no hay nada como un poco de desnudo emocional y moral para disfrutar de la marcha de los vulgares y los pierdetiempo. Como ser social el hombre tiene que tener un grado de hipocresía colosal. O tienes la genialidad y el temple necesario o caes, de cuando en cuando, en ella para pasar el momento. Todos lo hacemos y yo el primero. Pero es bueno darse cuenta de que este sistema funciona así para no estar siempre enredado en sus mecanismos más simples. Sapere aude! gritaba el ilustrador Kant, y empezarás a ver desfilar toda esa caterva [...aquí se corta el papel del profesor, dita sea la]