Una de las cariátides del Botijoeión, en momentos ocultos a los turistas, muestra el botijo en el crepúsculo, recordando la antigua devoción ateniense hacia esas mujeres esclavizadas por los persas que, al menos una vez al día, recibían un alivio por el botijo enviado al caer la tarde por los dioses, cuando sus guardianes no vigilaban.
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