El célebre Teniente Ente Van Deverde, por fin obligado a ser trasladado al campamento base para ser tratado de su melancolía aguda, gritaba con sus últimas fuerzas: "Verlos my as jy wil, maar nie sy olvidís my beker, ridios." (Evacuadme si queréis, pero no sus olvidís de mi botijo, ridios).
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