Ya está disponible en el mundo mundial la nueva novela de Angélica Morales, Palillos Chinos, de la que un servidor ha realizado la imagen de la cubierta. Espero que sea un gran éxito y nos demos un festín literario como hacen nuestras hormigas sobre el plano de Huesca. Está publicado por Mira Editores.
Os dejo el texto de promoción de la novela:
«Las prostitutas rusas / siempre parecen 
la reencarnación de otra / follan en universos paralelos / a miles de 
kilómetros del amor / sobre un lecho gélido / que se encuentra tal vez /
 a las afueras de Leningrado. / A Huan-Yue le excita su ausencia… / 
Cuando le muerde la oreja / la rusa se deja hacer. / Abre las piernas y 
piensa en los sesenta euros que descansan en la mesilla. / Huan-Yue le 
importa una mierda. / La primera frase que aprendió al llegar a Huesca 
fue: / “Una mierda para tu boca”».
Palillos chinos es un reflejo curvo de la
 vida, y en la vida hay un sinfín de personajes que caminan al mismo 
tiempo, que se mezclan en las calles (en este caso, hablaríamos de las 
de Madrid, Zaragoza y Huesca), en el supermercado, que respiran tras los
 muros de las viviendas, que se escriben cartas, correos electrónicos, 
que se desean, que se aniquilan…
Y en esa tormenta de relaciones es donde 
empieza a crecer el peso de la inmigración, que va haciéndose grande y 
salvaje sobre el cristal de nuestros ojos. Una inmigración que se mezcla
 con sangre nueva. Inmigrantes uruguayos, cubanos, colombianos que se 
abrazan y escupen mientras en los restaurantes suena una música de pop 
chino, triste como las tortugas y sus fuentes.
Angélica Morales ha querido mostrarnos 
una visión muy peculiar de este teatro de la vida. El texto adquiere así
 la forma de una pieza de vodevil donde las historias son puertas que se
 abren y se cierran, pero que acaban enredadas irremisiblemente las unas
 con las otras. Sin embargo, por encima de todo, Palillos chinos es una 
novela de pasiones internas, de personajes de diferentes razas y 
generaciones que juegan al amor, donde la investigación de un insólito 
asesinato logrará unirlos por un instante.
Palillos chinos se presenta bajo la forma
 de un verso vanguardista donde prima la belleza del lenguaje en su más 
pura desnudez. Es significativo el hecho de la abundancia de diálogos, 
lo que hace que sean los propios personajes los que tomen el pulso de la
 narración. Ágil, con grandes dosis de humor, fresca, conmovedora desde 
el principio hasta el final.
El lector debe ahora ponerse frente a la cámara y gritar ¡Acción! en cada salto de página.


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