Antes uno salía por la calle a pasear, a "ver escaparates". A mí me gustaba especialmente contemplar los de las librerías, tiendas de discos y, por qué no, los de las de ropa de moda. Ahora entre todos ellos se cuelan y desplazan sin miramiento y sin cesar los escaparates de las inmobiliarias. En lugar de la mercería de toda la vida, o del quiosco de Pepe Cañón, o de las "Persianas Lamberto", te encuentras con estas peudo-oficinas cuyos escaparates se cubren simplemente con una serie de carteles con fotos de viviendas (exteriores o interiores), un precio considerado siempre "increible", además de simpáticos adjetivos para calificar al piso como el sueño de tu vida: "bien situado" (a 15 minutos en coche, siempre que vayas a 140 km/h y por el arcén), "totalmente reformado" (después tienes que pedir otro crédito para reformarlo de veras), "vistas inigualables" (hasta que terminen la construcción de la torre que están construyendo enfrente), etc.
Lo que más me llama la atención es la imagen, sea cual sea su formato, me atrae y me consume. Me refiero a las fotografías que los dueños de los pisos o los propios agentes de la inmobiliaria han colocado para venderlos. Podría hacerse un estudio sociológico de primer orden, o reunirlas para que dentro de un siglo analicen este siglo XXI como uno de los más vulgares de la historia (y eso que el XX ya tuvo su punto "popular"). ¿Quién quiere vender su piso seleccionando una foto del cuarto de baño sin recoger, con la toalla sucia puesta de cualquier manera en el toallero, el cubo de fregar en la esquina, las zapatillas de felpa y con pelotas bajo el lavabo (te imaginas a la dueña y te imaginas el piso, sin duda)? ¿Y esos comedores con la tele encendida en los que aparece Ana Rosa y su cuadrilla, la bolsa de pipas en la mesa de cristal, y con marcas de los pies que pusieron sus dueños el día anterior cuando dormitaban viendo salsa apestosa? Los hay creativos y te venden un "piso de diseño" porque el dueño era un manitas (o manazas) y había creado con sus propias manos (o manazas) una barra americana con intenciones de estilo mejicano que más parece un garaje con problemas de tabiques. Otros destacan la cocina, que pese a ser tan estrecha apenas si la fotografía logra pasar de la puerta para pillar algún detalle (que incluye irremediablemente la fregona de turno, un estropajo deshecho, el microondas abierto con restos de unos macarrones recalentados y el fairy a medio gastar); o el balcón, con bicicleta aerostática incluida, cansada de servir años y años como tendedero provisional.
Además de este neorrealismo inmobiliario, hay otros que prefieren el dibujo alegórico y la idealización del espacio. Pisos con colores de brillantina, cielos azules dañinos, parqués ideales para resbalar y acabar con un marido gruñón ("¡Ha sido un accidente, señor policía!"); urbanizaciones en la costa (¡a pie de costa! ¡quita niño, vete de la orilla que voy con la hormigonera!), con campo de golf, siete piscinas, cesped inmaculadamente verde en cualquier época del año... y que irremediablemente se venden, pese a saber que el agua no le va a llegar ni para poner la lavadora porque... ¡no hay agua en la zona!, qué egoistas son algunos que tienen y no nos lo dan para nuestro pisito en la costa que visitamos de julio a agosto. Y encima si hay que manifestarse por el ecologismo, ellos van los primeros, claro que sí.
Lo que he recogido aquí es sólo una pequeña aproximación. Ni siquiera he analizado los precios porque eso es algo "sin comentarios". Seguramente, y como el tema da para mucho, volveré en otra ocasión al "increible mundo gráfico del sector inmobiliario", nueva colección en fascículos para el próximo mes de septiembre.
Lo que más me llama la atención es la imagen, sea cual sea su formato, me atrae y me consume. Me refiero a las fotografías que los dueños de los pisos o los propios agentes de la inmobiliaria han colocado para venderlos. Podría hacerse un estudio sociológico de primer orden, o reunirlas para que dentro de un siglo analicen este siglo XXI como uno de los más vulgares de la historia (y eso que el XX ya tuvo su punto "popular"). ¿Quién quiere vender su piso seleccionando una foto del cuarto de baño sin recoger, con la toalla sucia puesta de cualquier manera en el toallero, el cubo de fregar en la esquina, las zapatillas de felpa y con pelotas bajo el lavabo (te imaginas a la dueña y te imaginas el piso, sin duda)? ¿Y esos comedores con la tele encendida en los que aparece Ana Rosa y su cuadrilla, la bolsa de pipas en la mesa de cristal, y con marcas de los pies que pusieron sus dueños el día anterior cuando dormitaban viendo salsa apestosa? Los hay creativos y te venden un "piso de diseño" porque el dueño era un manitas (o manazas) y había creado con sus propias manos (o manazas) una barra americana con intenciones de estilo mejicano que más parece un garaje con problemas de tabiques. Otros destacan la cocina, que pese a ser tan estrecha apenas si la fotografía logra pasar de la puerta para pillar algún detalle (que incluye irremediablemente la fregona de turno, un estropajo deshecho, el microondas abierto con restos de unos macarrones recalentados y el fairy a medio gastar); o el balcón, con bicicleta aerostática incluida, cansada de servir años y años como tendedero provisional.
Además de este neorrealismo inmobiliario, hay otros que prefieren el dibujo alegórico y la idealización del espacio. Pisos con colores de brillantina, cielos azules dañinos, parqués ideales para resbalar y acabar con un marido gruñón ("¡Ha sido un accidente, señor policía!"); urbanizaciones en la costa (¡a pie de costa! ¡quita niño, vete de la orilla que voy con la hormigonera!), con campo de golf, siete piscinas, cesped inmaculadamente verde en cualquier época del año... y que irremediablemente se venden, pese a saber que el agua no le va a llegar ni para poner la lavadora porque... ¡no hay agua en la zona!, qué egoistas son algunos que tienen y no nos lo dan para nuestro pisito en la costa que visitamos de julio a agosto. Y encima si hay que manifestarse por el ecologismo, ellos van los primeros, claro que sí.
Lo que he recogido aquí es sólo una pequeña aproximación. Ni siquiera he analizado los precios porque eso es algo "sin comentarios". Seguramente, y como el tema da para mucho, volveré en otra ocasión al "increible mundo gráfico del sector inmobiliario", nueva colección en fascículos para el próximo mes de septiembre.
Ola, what's up amigos? :)
ResponderEliminarIn first steps it is really good if someone supports you, so hope to meet friendly and helpful people here. Let me know if I can help you.
Thanks in advance and good luck! :)