"Un trato intratable", obra de Ubé
Estos días he vuelto a hacer limpieza en el Faro de Leuret y me han salido más notas del inclasificable profesor Galimatías Prats. Las pongo aquí para el que quiera pasar el rato:
Hecho en falta en mis escritos actuales aquellas jugosas charlas sobre la vida, el hombre, el ente gnoseológico, la naturaleza, el espíritu, Dios y las piernas de María Sarmiento, amigables experiencias para un voyeur de la vida como soy yo y que actualmente apenas si practico ocupado en el sistema educativo y la vida sexual de mis glándulas salivares.
¿De qué podría hablarles? Ya veo que tienen preparados tomates y otros productos hortofrutícolas con los que obsequiarme, crueles caballeretes. Saben que odio los vegetales menos las patatas, que no lo son, son piedras-color tierra-que-crecen-año-a-año. Voy a pensar un poco. ¿Qué tal "el progreso de la humanidad"? Sí, ya sé que no lo tengo muy preparado y que lo que quieren es verme divagar en el mar de la incertidumbre para reírse más a gusto. Les haré caso por una vez y cambiaré de tema... ¡Dios mío! ¿Qué he hecho? He sentado un precedente y ahora no habrá manera de echarlo del sillón. A partir de ahora tendré que escribir de pie y mis ideas llegarán aún con más retraso a la punta diabólica que martiriza mi mano desdichada. Bueno, bueno, bueno, bueno... Voy a mirar el libro de temas para ver cuál me aconseja hoy. De momento ya he llenado unas cuantas líneas y eso es lo importante, porque yo cobro por cantidad y no por calidad.
¿Hacia adónde camina la Humanidad? ¿Sigue una dirección o varias? ¿Viaja en coche o en autobús? ¿Anda toda la humanidad a la vez o lo hace a relevos? Je, je. Sí, hoy les hablaré del progreso, pandilla de estúpidos, ¿o creían que iba a hacer lo que ustedes quisieran?
Progresar, lo que se dice progresar, la humanidad ha progresado. No nos engañemos, no hay más que mirar alrededor para ver la invasión técnica, informativa y cultural que asalta nuestro entendimiento con mayor fortuna que en Arhem. La invasión es invasora por naturaleza. Pero ¿somos más felices que nuestros antepasados? Todo es posible en domingo, o incluso en el ámbito de una civilización perennemente transmutada en el tiempo y en el espacio, siendo el primero infinito y el segundo publicitario, dentro de los cuales el hombre siente una afinidad de sentimientos con los otros hombres, pasando de hombre a Mari Loli, descocando la irreverente levedad del ser como forma epistemológica de conocimiento continuo.
O sea, que ni fu ni fa, como diría Confuncio, aunque me parece que en esto iba confundido. ¡No! ¡No! Todavía no me tiren nada, por favor... Déjenme terminar. Gracias.
Vamos a ir por partes: El hombre es hombre porque piensa. La mujer también piensa pero no por ello tiene que ser hombre (la fastidiamos en caso contrario). Si el hombre y la mujer piensan (siempre en lo mismo, pero piensan), quiere decir que han entrado en el maravilloso mundo del conocimiento y han dejado sin pagar las consumiciones en el reino animal.
Segundo paso. El conocimiento no es algo innato, como las páginas amarillas, sino que va creciendo conforme envejecemos. Es progresivo. Y es progresivo gracias a la memoria que nos permite recordar lo aprendido. Vamos, que esto es más fácil que el mecanismo de un chupete, aunque a los niños les cueste entender que al chupar entran en la cadena de la sociedad opresiva capitalista y pasar a estar alienados frente al propietario de los medios de producción y la superestructura materna que les obliga a introducírselo en su boquita.
Si recordamos gracias a la memoria lo que dicen nuestros padres, merezca o no la pena, también recordamos lo que decían nuestros antepasados gracias a sus testimonios escritos, musicales, visuales o con bofetadas históricas. La especie humana progresa en cuando al conocimiento. Y después de esta tontería creo que empiezo a pensar en la posibilidad de pegarme un tiro si es que encuentro el pegamento.
Tercer paso. No se equivoquen y vuelvan a tropezar. El progreso del conocimiento permite el progreso material. Ahora tenemos más ordenadores, deuvedés e incluso políticos que en la Edad Media. Esto es un hecho. Aquello de allí un helecho, no se confundan. El hombre vive mejor, materialmente hablando y sabe cada vez más cosas. Entonces... ¿Cuál es el problema? La felicidad, hermano, la felicidad. La meta del progreso (dicen, dicen...) es la felicidad, pero parece que la han colocado al final de un puerto especial de primera categoría y nosotros seamos esprinters belgas que sueñan con la tortilla de patatas del final de la etapa. Para conseguir la felicidad la mayoría de los filósofos y repartidores de yogures han afirmado que es obligatoriamente necesario el progreso social y traer el certificado de buena conducta. Egalité, Fraternité, Liberté... Tantos años buscándolas y no las encontramos. Esta vez perdemos al escondite. ¿Sería este mundo feliz el que todos desean? ¿Es que todos desean el mismo mundo feliz? ¿Cabremos todos? ¿Podremos estar a solas, querida?
No voy a contestarles. Sería ridículo que lo hiciera a estas alturas. No he cumplido mi objetivo inicial, aunque sí el secundario que era darles la paliza y tener a mi ego orgasmáticamente satisfecho. Ahora que hace tiempo que pasó la moda progre ("progre" es lo mismo que progreso pero de una forma desenfrenada, al quitarle el "so" arriero = Para, maño, que te estozolas). Ahora todos somos post-modernos.
Eso ya es otra historia y puedo aburrirles con ella otro día.
Apaga la luz, my darling.