sábado, 4 de agosto de 2007

España: ¡Qué guarra eres!


Javier Martín

España, ¡qué guarra eres!

Javier Martín EL PAÍS. 07/08/2007

Me levanto quisquilloso, advierto. Ha refrescado en el lago de Sanabria. Lo primero que llama la atención son las extensiones sin gente ni casas. Sus montes, unas veces verdes, y muchas otras negros, no conocen la cultura del adosado.

El parque natural del lago de Sanabria, entre los seis niveles de protección existentes, está hacia el medio. No es patrimonio nacional, pero el Gobierno autónomo controla que los municipios hagan lo que les plazca. Diecisiete guardas forestales vigilan que no se enciendan fogatas y que no se acampe en las zonas acotadas. A veces han puesto alguna multa por eso; por tirar basura, nunca.

Sin más dilación me lanzo a una de las cuatro playitas naturales del lago, la de Custa Llago, con parking, tienda de recuerdos y bar, y unos pedalós en forma de cisne para el agua.

-Me podría poner medio bocadillo de salchichón.

-Medios no hacemos.

-Pues hasta luego.

Ya advertí que me había levantado rezongón. Además, esto será un pueblo, pero los precios son de Madrid.

En el monasterio de San Martín de Castañeda, Verónica atiende la casa de interpretación del parque. Toma nota de dónde vienes y quién te lo ha recomendado.

-Hay días que vienen al lago hasta 6.000 personas. Demasiada gente.

Verónica -pienso-, en algunas playas a ésos los meten en un patinete; pero no quiero asustarla. Sigo sus recomendaciones y subo a la laguna de los Peces. Hasta ahí llegan los coches. Foto y vuelta; casi nadie osa caminar hasta la laguna de la Yegua. Allí se ve saltar a las ranas.

A primeras horas de la tarde, Custa Llago coge ambientillo. La playita apenas tiene 50 metros de largo por cinco de fondo, limitada por rocas, encinas y el agua, fresca y clara. En medio de la arena, como una reinona, Mariángeles fuma con auténtico placer, totalmente absorta de marido y niños. En una mano sostiene el cigarrillo y en la otra un cucurucho de plástico donde va echando la ceniza.

"No me gusta verlo todo lleno de colillas", dice. Y lo demuestra: el cucurucho lleva fecha de 2004, Sagunto. Mariángeles es valenciana. Hace siete años conoció el lago de Sanabria y repite.

Después de un domingo, el parque no está más sucio que otros lugares de veraneo; realmente está muy limpio allí donde no rumia la plebe. Los guarros no son los sitios sino la gente. Y en este viajar por España, recuerdo los ejemplares servicios de limpieza de Pamplona, entrando a saco en la plaza del Ayuntamiento media hora después del cohete, o los de Benidorm, limpiando las playas antes de que se vaya el último bañista.

Como la playita no tiene conchas recojo colillas. Noto las miradas alucinadas de la gente. Poco a poco formo una buena colección y saco mis conclusiones: la gente fuma rubio en un 99%, en grupo y, preferentemente, al borde del agua.

A los cinco minutos me duele la espalda, pero obtengo mis primeros resultados, así que no puedo dejarlo ahora. Un joven que está con la pandilla, la deja, recoge un par de colillas y me las da. Un chavalín me da más y me pregunta que para qué es. Le digo que soy del CSI, pero se queda con mi cara, así que le explico que tengo la onegé Salva el Mundo Tú. Se va a correr la voz, mientras continúo con tan inútil labor.

Un matrimonio, que ha rebasado la madurez, da apoyo moral:

-Es que la gente es muy guarra.

Minutos antes habían aplastado, tan ricamente, sus colillas en un árbol. España, ¡qué guarra eres!

Entro en Castilla. A petición de uno de los lectores, que recomendaba visitar el lago de Sanabria. Pernocto en este parque natural de la provincia de Zamora. Una extensión enorme de árboles y laguitos y pueblos construidos en su justa medida. La gente va a pasar calor por el día y fresco por la noche. Es un turismo tranquilo y bastante naturalista, pero después de un domingo, se nota el paso del hombre.

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