Desde 1978, el pueblo español se rige por una Constitución en la que se dice claramente:
Artículo 16.
- 1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
- 2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
- 3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
La Universidad de Zaragoza en virtud de su autonomía, no depende (sobre el papel) de ningún otro estamento, ya sea civil, militar o religioso (aunque económicamente depende del Gobierno autónomo, y eso es mucho depender). Su vinculación con la sociedad se hace a través del Consejo Social. Dicho Consejo (según se recoge en la Ley del Consejo Social de la U.Z.), es el órgano de gobierno universitario que garantiza la participación de la sociedad aragonesa en la Universidad de Zaragoza.
Y punto pelota. Todo esto viene a cuento de ver, otro año más, a la máxima "autoridad eclesiástica" (por supuesto católica) en la apertura del curso académico de la Universidad que este año se ha realizado en Huesca. Por cierto, que esta deferencia con nuestra ciudad no ha sido preparada de antemano para dar realce al campus de Huesca (como han querido vender a los medios y a la sociedad oscense) sino, simplemente, porque el edificio del Paraninfo en Zaragoza sigue en obras. La famosa descentralidad universitaria queda, como siempre, en actos vacíos de este tipo.
A lo que iba. Pues eso, que allí vimos al obispo de Huesca, entrando con todo su esplendor sotanil, birrete, fajín, enorme cruz y anillón en el dedo. Sólo faltaba que los profesores se lo besaran y que antes del acto se rezara una salve regina. ¿Por qué tenemos que tragar esto en pleno siglo dieci... veintiuno?
Basta ya de intromisiones religiosas en la sociedad civil. La religión es un asunto privado, nada más. Aunque muchos de sus actos sean "sociales", no por ello toda la sociedad debe considerarlos como obligatorios. La deferencia como invitación personal al obispo aquí se confunde porque indudablemente él hace ostentación de su "título" frente a una sociedad que todavía ve bajo su control. Dudo también si las autoridades militares presentes en el acto deberían estar allí, ya que la Universidad defiende especialmente la paz en sus Estatutos. Como parte integrante del orden constitucional podrían tener un pase. De todas formas todo tiene un rancio sabor a tiempos franquistas, como esos Alcaldes que, devolviendo el favor "obligatoriamente" acompañan procesiones. Ojo, ellos no lo hacen a título individual, sino como alcaldes elegidos democráticamente por todo el pueblo, ya sea éste católico, protestante, musulmán, judío, budista, agnóstico o ateo. Cada vez me veo como un bicho raro en una sociedad supuestamente laica. Un ateo ve a su alcalde (menos mal que en privado sabe que no le votó) que le representa en un acto de una secta religiosa que ataca los derechos humanos, la libertad de pensamiento, el progreso científico... El respeto absoluto de la separación de las Iglesias (en plural) y el Estado impone el no reconocimiento de las religiones en la escuela laica y en los servicios públicos. Este principio debe prohibir todo proselitismo religioso por sus signos, insignias y emblemas, pero...
Las invitaciones a este tipo de actos definen una sociedad. La separación de Iglesia y Estado en este país sigue siendo muy limitada. Recuerden que la Iglesia sigue exenta de la obligación de todos los ciudadanos de declarar la renta, que goza de grandes favoritismos en la educación privada, en los medios de comunicación, en la mentalidad colectiva de la mayoría de la población. Es el Estado el que se compromete a la conservación de sus edificios. Algo que puede entenderse en los de valor histórico-artístico pero... ¿y en el resto? ¿Cómo devuelve la Iglesia católica el favor que le hace el Estado? Según los profesores Óscar Celador y José María Contreras: "la única conformación coherente con la configuración de un Estado democrático y social de derecho es la de un Estado laico que garantiza y respeta el derecho de libertad de conciencia de sus ciudadanos". Los mismos juristas afirman también que el compromiso estatal de financiar a la Iglesia católica "expiró hace muchos años", mientras que el de la Iglesia de "lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades" (artículo 2.5 de los Acuerdos de 1979) está sin cumplir.
El miedo de siglos que nos han inculcado sigue teniendo terribles efectos. Aunque la mayoría asista a los actos religiosos por convención social, su mano sigue siendo muy poderosa. Seguro que sienten cierta envidia de los imanes más exaltados que controlan a "sus fieles" con tanto ceño y despreciando los derechos humanos. No en vano hasta hace muy poco ellos hacían lo mismo con el beneplácito del poder civil. Si decir que vivimos en una "sociedad laica" es decir que vivimos en un sin vivir, en pecado permanente, en la perdición de la moral y la ética (¿qué moral? ¿qué ética?)... vámonos, amigo, pronto al infierno porque seguro que allí hay bar y podremos pensar como nos dé la gana.
A lo que iba. Pues eso, que allí vimos al obispo de Huesca, entrando con todo su esplendor sotanil, birrete, fajín, enorme cruz y anillón en el dedo. Sólo faltaba que los profesores se lo besaran y que antes del acto se rezara una salve regina. ¿Por qué tenemos que tragar esto en pleno siglo dieci... veintiuno?
Basta ya de intromisiones religiosas en la sociedad civil. La religión es un asunto privado, nada más. Aunque muchos de sus actos sean "sociales", no por ello toda la sociedad debe considerarlos como obligatorios. La deferencia como invitación personal al obispo aquí se confunde porque indudablemente él hace ostentación de su "título" frente a una sociedad que todavía ve bajo su control. Dudo también si las autoridades militares presentes en el acto deberían estar allí, ya que la Universidad defiende especialmente la paz en sus Estatutos. Como parte integrante del orden constitucional podrían tener un pase. De todas formas todo tiene un rancio sabor a tiempos franquistas, como esos Alcaldes que, devolviendo el favor "obligatoriamente" acompañan procesiones. Ojo, ellos no lo hacen a título individual, sino como alcaldes elegidos democráticamente por todo el pueblo, ya sea éste católico, protestante, musulmán, judío, budista, agnóstico o ateo. Cada vez me veo como un bicho raro en una sociedad supuestamente laica. Un ateo ve a su alcalde (menos mal que en privado sabe que no le votó) que le representa en un acto de una secta religiosa que ataca los derechos humanos, la libertad de pensamiento, el progreso científico... El respeto absoluto de la separación de las Iglesias (en plural) y el Estado impone el no reconocimiento de las religiones en la escuela laica y en los servicios públicos. Este principio debe prohibir todo proselitismo religioso por sus signos, insignias y emblemas, pero...
Las invitaciones a este tipo de actos definen una sociedad. La separación de Iglesia y Estado en este país sigue siendo muy limitada. Recuerden que la Iglesia sigue exenta de la obligación de todos los ciudadanos de declarar la renta, que goza de grandes favoritismos en la educación privada, en los medios de comunicación, en la mentalidad colectiva de la mayoría de la población. Es el Estado el que se compromete a la conservación de sus edificios. Algo que puede entenderse en los de valor histórico-artístico pero... ¿y en el resto? ¿Cómo devuelve la Iglesia católica el favor que le hace el Estado? Según los profesores Óscar Celador y José María Contreras: "la única conformación coherente con la configuración de un Estado democrático y social de derecho es la de un Estado laico que garantiza y respeta el derecho de libertad de conciencia de sus ciudadanos". Los mismos juristas afirman también que el compromiso estatal de financiar a la Iglesia católica "expiró hace muchos años", mientras que el de la Iglesia de "lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades" (artículo 2.5 de los Acuerdos de 1979) está sin cumplir.
El miedo de siglos que nos han inculcado sigue teniendo terribles efectos. Aunque la mayoría asista a los actos religiosos por convención social, su mano sigue siendo muy poderosa. Seguro que sienten cierta envidia de los imanes más exaltados que controlan a "sus fieles" con tanto ceño y despreciando los derechos humanos. No en vano hasta hace muy poco ellos hacían lo mismo con el beneplácito del poder civil. Si decir que vivimos en una "sociedad laica" es decir que vivimos en un sin vivir, en pecado permanente, en la perdición de la moral y la ética (¿qué moral? ¿qué ética?)... vámonos, amigo, pronto al infierno porque seguro que allí hay bar y podremos pensar como nos dé la gana.
Señor invisible, me ha dejado usted anonadada. No tengo ahora sino fe en mí misma. También yo profesé un día la creencia al Divino, será por eso que hoy salgo en procesiones exclusivamente ombligoides, como alcaldesa mía que soy, no me debo explicación alguna.
ResponderEliminarEn fin, señor, tiene usted más razón que un santo. Agradezco su discurso revolucionario y en su honor me destapo un pecho.
!Viva la República!
!Viva Víctor Pruneda!