sábado, 2 de junio de 2007

Crítica de "Piel de Lagarta" en el Diario de Teruel


A compleat treatise of the muscles, as they appear in the humane body, and arise in dissection...

London, 1681. Copperplate engraving. National Library of Medicine.

John Browne
(1642-ca. 1702)
[anatomist]

Recogemos la tribuna de opinión de Toni Losantos en el Diario de Teruel de hoy, 2 de junio:

Sábado, 2 de junio de 2007 7


Metrópolis

"Calzado"

TONI LOSANTOS

Poco tienen que ver los dos libros de los que voy a hablar, poco más que un vínculo tangencial con Teruel. En uno (Relatos legendarios, Castalia) son turolenses algunas de las páginas, pues la encargada de la edición (Matilde Moreno) ha recogido el relato de los Amantes, precedido de una brevísima introducción en la que advierte de que la leyenda «carece absolutamente de veracidad». La versión que nos ofrece no desdeña las batallas de Las Navas y Muret, elige el plazo corto –el de tres años– y sitúa el regreso y muerte de Diego Marsilla –así llama al amante– «al cabo de algunos meses». No aparece la mora Zulima, pero el romanticismo de Hartzenbusch late bajo estas páginas.

Es un romanticismo muy distinto al de Angélica Morales, la escritora turolense que acaba de publicar en Certeza la colección de cuentos titulada Piel de lagarta, dieciséis piezas con abundancia de microrrelatos –como el que da título al conjunto– y una temática que oscila entre las contrariedades sentimentales y el desamor, que es lo que se lleva ahora en la literatura: azares que saltan y queman como las chispas. La terca, épica determinación de Isabel de Segura, tan del gusto romántico, ha evolucionado hacia estos arquetipos de mujeres contemporáneas, anónimas, soñadoras y desengañadas, barridas por el cierzo de la vida. Leyendo estas páginas me he acordado de otras recientes colecciones de relatos de una atmósfera parecida –en Aragón Cristina Grande o la turolense Ángela Labordeta–. A las heroínas tradicionales les aguardaba la frustración; estas de ahora viven con ella: es el aire que respiran y el suelo que pisan.

Gran parte de los cuentos de Angélica Morales tienen como elemento común ese intermediario con el suelo –y, por extensión, con la vida– que son los zapatos: agudos tacones, mocasines que flotan, sensuales sandalias. Isabel de Segura se enfrenta descalza a su desgracia; mientras el calzado de Piel de lagarta es una segunda piel, un artificio, y a sus personajes posrománticos ni les da la felicidad ni los protege.

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