La música en casete desaparece por la vertiginosa caída de ventas
EL PERIÓDICO DE CATALUÑA (05/02/2007)
JUAN FERNÁNDEZ
MADRID
Las cuentas del mercado discográfico de 2006, presentadas el pasado 17 de enero, ponían el acento en el consumo de música vía teléfono móvil e internet, que se ha multiplicado por 10 en 12 meses, pero pasaban por alto un dato menor, casi anecdótico, que no por sentimental deja de ser histórico. Por primera vez desde finales de la década de 1970, el número de casetes vendidos en España es inferior al mercado del vinilo, que ya era residual desde hace más de una década. En el año 2006 sólo se vendieron 8.000 cintas, cifra que supone el canto del cisne de un formato que durante años ejerció de motor de la industria discográfica y forma parte de la memoria íntima y personal de millones de aficionados a la música.JUAN FERNÁNDEZ
MADRID
La vertiginosa caída de la casete (lleva una década con descensos anuales de ventas del 80%) hace pensar que el anuario de 2006 puede ser el último que refleje su existencia. En el informe que Promusicae (la asociación de discográficas encargada de pulsar el mercado nacional) elaboró en el primer semestre de 2006, el casillero de las cintas aparecía con signo negativo. A esas alturas del año, el número de casetes que las tiendas habían devuelto a las compañías superaba al de ventas.
El dato confirma una impresión que llevaba tiempo instalada en el sector: la casete ha muerto. Sin embargo, no resulta fácil ponerle fecha a su defunción.
El protagonismo que las cintas han tenido en la historia de la música popular de este país contrasta con la desidia con la que la industria ha asistido a su desaparición. Las dos últimas cintas que Sony BMG (propietaria del 27% del mercado) puso en circulación fueron Love Songs, de Julio Iglesias, en noviembre de 2004, y Pisa el acelerador, de Joaquín Sabina, en febrero del año 2005. Del primero vendieron 5 unidades, y del segundo, 243. Universal Music (titular del 25% de la tarta comercial) dijo adiós al casete con el disco de UPA Dance de 2003. Alejandro Sanz, con No es lo mismo, fue el encargado de poner la lápida a la cinta magnética en Warner en 2003. Después de él, ningún artista de este sello volvió a sonar en una pletina.
EL CASO 'BULERÍA'
Un caso ilustra de manera gráfica los nuevos tiempos que vive el negocio musical: Bulería, el segundo trabajo de David Bisbal, del año 2004, fue la última cinta que puso en circulación Vale Music. Vendieron 14.000 casetes, una gota en el océano del millón de copias que logró colocar el almeriense, fundamentalmente en CD.
"En realidad lo sacamos por márketing, por seguir manteniendo su nombre en mercadillos y gasolineras", señala Gabriel Blanco, consejero delegado de la compañía. Tres años después, el último álbum de Bisbal, Premonición, del otoño pasado, ya no salió en cinta, pero se convirtió en el rey de las descargas desde el teléfono móvil.
"La casete formó parte de nuestras vidas, pero se ha ido por la puerta de atrás, sin los honores que merece", valora Antonio Guisasola, presidente de Promusicae. En su opinión, hablar de las cintas pronto será hacer arqueología. "Sucedió con otros soportes. ¿Alguien se acuerda ya de los floppy de los ordenadores?", compara Guisasola.
"La casete siempre fue el hermano pobre de la industria, pero salvó la música popular en este país, porque la llevó a lugares donde no llegaban los canales habituales de distribución: a gasolineras, a estancos, a bares de pueblos perdidos", opina Gabriel Orfila, presidente de Divucsa. Su sello hoy sólo absorbe el 2,5% del mercado, pero por sus manos han pasado los éxitos, en formato casete, de decenas de artistas de flamenco y rumba en los años 70 y 80, como Los Chichos, Los Chunguitos, Manolo Escobar, Juanito Valderrama o Camela. Divucsa dijo adiós a las cintas en 2004 con un volumen de Los Pitufos.
BANDAS MAGNÉTICAS
En medio de este panorama las empresas encargadas de grabar las bandas magnéticas se han tenido que reciclar. El Grupo Gema, con sede en Barberà del Vallés, ha editado muchas de las cintas que sonaron en los radiocasetes españoles. "Y del extranjero, porque fuimos líderes europeos. En la mejor época, a finales de los años 80, llegamos a fabricar hasta 100 millones de unidades por año", destaca José Miguel Burgos, directivo de esta compañía.
En 2004 echaron el cierre definitivo a sus máquinas copiadoras de cintas. "Se veía venir, pero su verdadera agonía fue rápida, en cuestión de dos años la casete dejó de ser rentable", señala el industrial. Hoy su empresa fabrica desde CD y DVD a tarjetas con chip. El recuerdo analógico de las cintas quedará grabado en una memoria digital.
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