Aquí vemos al Toro de Osborne junto con la botella del Tío Pepe y el botijo. El porrón no ha salido por tímido. Cortesía del fotolog de El Botijo.
El toro de Osborne cumple 50 años
La famosa silueta que flanquea las carreteras de todo el país se ha convertido en el icono de España
El País, 12/02/2007. JOSÉ C. REJASEl artista Manuel Prieto, colaborador por aquél entonces en la agencia, fue su creador. No tuvo que ir muy lejos. A veces lo obvio es lo más rentable y el animal 'ibérico' por excelencia transformado en imagen corporativa trascendió su función comercial para convertirse también en el símbolo de un país. Un caso único en la historia del diseño gráfico ya que incluso en los grandes eventos deportivos en los que lida la selección española el escudo constitucional ha sido sustituido por el toro de Osborne estampado.
Testigo del tiempo, la criatura que nació en la dictadura se convertió ya en democracia en todo un semental. Los primeros se hicieron en madera, tenían los cuernos blancos y apenas medían cuatro metros. Cuatro años después, en 1961, la chapa sustituye a la madera y el animal en plena adolescencia crece hasta los siete metros. El estirón definitivo llega en 1962 cuando dos leyes franquistas obligaron a situar los carteles publicitarios a 125 metros de las autopistas y autovías. El toro vuelve a los corrales pero para dejarse ver por encima de la tapia crece hasta alcanzar los 14 metros de altura.
En este momento, existen más de 90 ejemplares repartidos por toda la geografía española e incluso fuera de ella. En Méjico también se les puede divisar. Cantabria y Murcia son las únicas comunidades autónomas que no cuentan en sus carreteras con el tan bravo invitado. Cádiz y Alicante son las provincias con mayor número. Aunque el Grupo Osborne ostenta el patrimonio de la imagen y los derechos de reproducción, España se movilizó cuando una nueva norma lo puso de nuevo contra las cuerdas.
'Salvemos al toro'
En julio de 1988, la Ley General de Carreteras ordenaba la eliminación de cualquier elemento publicitario "fuera de los tramos urbanos de las carreteras estatales en cualquier lugar visible desde la zona de dominio público de las carreteras. Osborne opta entonces por eliminar la rotulación publicitaria Osborne-Sherry & Brandy para sortear la ley y mantener la silueta negra.
Pero no fue suficiente. En 1994, con la publicación del Reglamento General de Carreteras, el toro de Osborne vuelve a estar en los rediles. Los medios de comunicación difunden la noticia y agitan la polémica hasta que se gesta la campaña "Salvemos al toro". Comunidades autónomas y Ayuntamientos propusieron que se mantuviera como "bien cultural" y se manifestaron a favor de la permanencia en las carreteras de las siluetas ofreciendo incluso terrenos para la instalación de los toros fuera de los tramos dictados por la Ley y su Reglamento.
En diciembre de 1997, el Tribunal Supremo pone fin a la polémica estimando el recurso contencioso-administrativo interpuesto por la empresa y declarando que la silueta de Osborne va más allá de lo meramente comercial "superando su sentido publicitario e integrándose en el paisaje". La sentencia también recoge que "debe prevalecer como causa que justifica su conservación, el interés estético o cultural, que la colectividad ha atribuido a la esfinge del toro". Algunas comunidades autónomas como Andalucía se adelantaron y catalogaron las 21 figuras distribuidas por su geografía como parte del Monumento del Patrimonio Histórico andaluz.
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